¿Hasta qué punto hay que luchar por lo que queremos?
¿Vale la pena arriesgar y apostarlo todo o nada?
Por encima de todo, creo en el destino. Me gusta pensar que todo sucede por alguna razón, y que las cosas malas traerán cosas mejores. Esto no lo hago por compadecerme de las cosas que me pasan, sino porque si me deprimiera y me auto-culpara de mis errores y mis fracasos, nunca sería feliz.
foto: all-colors
El hecho de creer en el destino no significa que me quede de brazos cruzados esperando que todo me lo den hecho en la vida, sino que tengo que luchar por lo que quiero, enfrentarme a las trabas que se me cruzan por el camino por muy duras que sean, y pensar que más vale fracasar que no haberlo intentado jamás. En el fondo, y aunque muchas cosas parezcan muy utópicas, esas esperanzas remotas son las que me hacen salir adelante y no deprimirme.
Es posible que, por ejemplo, una relación no salga bien. Pero por lo menos nunca diré que no lo he intentado, y estaré tranquila porque significará que esa persona no es para mí.
Cuando detecto ciertas incompatibilidades, ya sea en los gustos o en la forma de ver la propia relación, en estos casos lo mejor es hablar para encontrar ese punto de equilibrio entre ambos. Es entonces cuando se logra encontrar esa compenetración especial que hace que todo alrededor parezca pequeño, enano en comparación a esa mirada que dura apenas una décima de segundo, y que se nos hace desgraciadamente demasiado corta la mayoría de las veces. Es entonces cuando ves que es posible y que no tienes nada que perder, porque hay trenes que pasan una vez en la vida, y más tratándose del amor.
Yo jamás me arrepiento de lo que hago,
sino de lo que NO hago.
En estas cosas es donde se demuestra muchas veces la madurez de las personas, a lo cual yo personalmente doy mucha importancia, pues no me gusta la gente infantil que no sabe lo que quiere y vive en los mundos de Yupi mientras otros sufren las consecuencias de lo que les ha tocado vivir. No es necesario pasar directamente por una mala experiencia, pues basta que alguien que quieres esté sufriendo para sufrir con él/ella. Desde luego, lo más duro de la vida es la propia vida. Por eso, hay que disfrutar de los buenos momentos y olvidarte de las cosas banales que a nadie con dos dedos de frente le importarían.
Por supuesto, es bueno relajarse y dejarse llevar, pues yo soy la primera que se cansa enseguida de ser responsable y madura las 24 horas del día, pero para eso tengo mi espacio, mis momentos de soledad, mis momentos de fiesta y relax con mis amigos y, por supuesto, mi querido blog ;)